domingo, 3 de julio de 2011

ZOMBIS EN CANARIAS-Capitulo 16º


Tras mirar en las otras dos habitaciones y el baño, regreso a la parte de abajo donde me reencuentro con el grupo entero fisgoneando en la despensa. Empieza a anochecer y decidimos pasar la noche en la casa. La luz funciona, pero descartamos encenderla para no hacer visible nuestra posición, Natalia abre uno de los grifos y, sorpresa, no hay agua. Sven saca unas minúsculas chocolatinas de una de las mochilas que porta, Julia se relame al verlas y a todos nos entra la risa cuando la niña empieza a devorar los chocolates. Parece como si llevara días sin comer, los envoltorios los abre con la boca dejando un bigote de chocolate alrededor de sus labios. Después de un empache de dulces, Julia cayó redonda en el regazo de su padre, ese fue el momento en que los tres nos colocamos en la mesa redonda. Encendemos unas alargadas velas rojas y, entre refrescos, cereales y algún cigarrillo que traía consigo Sven, mascamos la posibilidad de que, una vez que lleguemos al punto seguro, éste ya no exista. Natalia, que está enfrente de mí, propone irnos a la zona de montaña y allí refugiarnos hasta que todo pase, Ángel que permanece con la cabeza agachada, propone que lo mejor sería quedarse aquí,  lentamente levanta la cabeza, nos dirige una dura mirada a cada uno de nosotros y comienza a hablar:
-  Ya hace dos días que se extendió la epidemia, en otras ciudades tan solo hizo falta un solo día para que toda la población cayera bajo esta nueva enfermedad. Si alguien sigue vivo, cosa que dudo, no creo que le interese comer unos cereales, lo que querrán será nuestra tierna carne. Hay que estar preparados para afrontar que, si el punto seguro ha caído, no haya supervivientes en el exterior.
Tras el monólogo de Ángel permanecemos unos segundos callados, lo que acaba de contar nos encoge el corazón, pero debemos luchar por sobrevivir. Tomo la palabra y planteo que nosotros estamos aquí y los jodidos muertos vivientes están fuera, así que algo podremos hacer para acabar con ellos. Ángel responde que cuando estuvo en el campamento había oído nombrar un científico que estaba creando una proteína para combatir la extraña enfermedad, pero que no sabe en cuál de los puntos seguros se encuentra. Me levanto de la silla y coloco mis manos como apoyo en la mesa, y digo:
-No podemos quedarnos aquí, sin saber si fuera queda alguna persona viva sin estar afectada. Además, yo tengo la esperanza de encontrar a Marian con vida. ¿Tú qué opinas Sven?- le digo mirándole a los ojos.
-Bueno yo….Tengo que mirar por el bien de mi hija y creo que  lo más lógico es buscar un lugar seguro, y solo lo vamos a encontrar en una zona que esté provista de militares, por tanto, en mi opinión, la mejor opción es la que plantea Iker- asiente tímidamente.
Miro a Natalia y con un gesto de sumisión acepta la propuesta, solo falta Ángel. Un tremendo golpe en la puerta nos sobresalta y mi corazón, como por norma, empieza a latir más de lo normal. Los tres nos miramos y en ese preciso momento escuchamos otro aporreo acompañado de una voz;
-¡Socorro, socorro, déjenme entrar!- dijo la voz temblorosa.
Natalia rápidamente se dirige hacia la puerta, pero Ángel le corta el  paso y suelta:
-   Podría haber alguien más o algo peor- mirando a los ojos de Natalia.
La cara de Natalia se volvió triste y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sven  permanece sentado sin mover un músculo, solo tiene la mirada fija en su hija.
- !!Mierda¡¡ Vamos a tener que abrir- respondí. Pensándolo más para mi mismo que para los demás.  
Ángel y yo nos acercamos lentamente con una de la velas alumbrando el pasillo. Antes de girar el pomo de la puerta, Ángel desenfunda un arma y apunta a la puerta, con un movimiento rápido y calibrado, despliego la puerta y ante nuestros ojos se descubre un chico de no más de quince años, de apariencia desaliñada, con la ropa hecha girones, y con la respiración entrecortada. Lo agarro de la camiseta tirando hacia mi y cierro apresurado la puerta. Ángel mira fijamente al chico y le pregunta por su nombre, éste responde que se llama Jonay. Natalia  se va aproximando hacia donde está el chico, cuando Sven le señala y grita nervioso si él estará infectado, a lo que Jonay acelerado le manifiesta que no tiene el virus de los muertos. El chico tiene una expresión de terror y sus ojos marrones parecen estar en otra galaxia, su complexión es más bien delgada y su tez morena, da la impresión de haber pasado muchas horas al sol. Le interrogamos nada más darle un refresco para saciar su sed, con cada sorbo nos va narrando la odisea que le supuso escapar de El Médano para esconderse después de que sus padres quisieran matarlo a mordiscos. Natalia no para de preguntarle si está bien de una forma que roza lo cansino.
- ¿Cómo has conseguido llegar hasta aquí? El Médano se encuentra a varios kilómetros  de distancia-le digo sorprendido.
- Intenté esconderme en otras casas, pero estaban vacías o con gente infectada- toma un buche a la lata de refresco y continua- ellos me perseguían y corrí todo lo que pude, hasta que me encontré una bicicleta y los dejé atrás, pero ellos nunca se cansan- da el último trago.
Sven se sobresalta y le pregunta si le han seguido hasta aquí.

2 comentarios:

  1. QUE PASA KE NUNKA LLEGA EL SIGUIENTE NUMERO PASE ESPERANDO MESES POR EL 16

    ResponderEliminar
  2. Sinceras disculpas para mis seguidores fieles, pero por razones tecnicas esta semana no podre colgar el proximo capitulo,lo que os prometo es que el siguiente entrega sera de infarto.

    ResponderEliminar