miércoles, 13 de abril de 2011

ZOMBIS EN CANARIAS-Capitulo 11º


Ángel saca de una mochila, que previamente había robado del campamento, mapas de la isla, latas de comida, pastillas purificadoras para el agua, armas y un GPS. Después de  asegurar que estábamos completamente solos en el almacén, no metemos un atracón con algunas de las latas y refrescos, le comento que jamás había usado un arma en mi vida. Él está dispuesto a darme un cursillo rápido.
-Ten cuidado con no poner el agujero delante de tu cara sino quieres ser la versión antagónica de Michael Jackson, le quietas el seguro y, como en un videojuego, apuntas y disparas-
Un gran ruido sobre la verja del almacén nos sobresalta, una voz femenina grita pidiendo ayuda. Por un momento dudamos de abrir la puerta ya que no sabemos si esa persona es un no muerto o simplemente está infectada, pero el hecho de que hablara ya descartaba una de ellas, por el momento, así que decidimos correr el riesgo y Ángel apresuradamente sube la reja.
La chica que tenemos frente a nosotros es de complexión delgada, su tez es blanca como la leche y luce una melena morena azabache, lleva pantalones cortos, medias de rejilla y cazadora de cuero negra. Le preguntamos su nombre y de dónde salía, y nos responde que se llama Natalia y que ha estado encerrada en su casa viendo por la televisión todo lo que sucedía, y nos cuenta cómo la gente intenta huir por barco y avión. Por una de las ventanas de su salón echaba un vistazo de vez en cuando y se daba cuenta que también en las calles de La Laguna está pasando lo mismo que en la T.V. Había intentado huir a los puntos de control de seguridad pero, al salir de casa, se encontró con el éxodo masivo de la gente. Nos explica que una amiga suya se trasladó al aeropuerto, pero lo único que encontró fue miles de personas que habían tenido la misma idea; después de aquello no supo más de ella. La radio y la T.V. dejaron de emitir, la última noticia que escuchó fue que ciudades como París y Berlín  habían sucumbido a la ya denominada Plaga del Siglo XXI.
Nos quedamos boquiabiertos tras el relato que acabo de oír, le preguntamos por su familia, pero permanece callada, su rostro se ensombrece; tal vez esa sea una respuesta, tras unos segundos mudos la chica vuelve a retomar la palabra.
-   Por suerte vi como entrabais en el almacén-dijo sonriente.
De pronto, oímos el ruido de algo arrastrándose, suena como si fuera acero. Todas nuestras miradas tomaron el mismo rumbo, los palés de refrescos y cajas encintadas que nos rodean a nuestra izquierda. Tras una montaña de Coca-colas apiladas, surge la figura de un hombre obeso que lleva un delantal blanco lleno de sangre, eso le delata como uno de ellos. Podemos comprobar que en una de sus manos agarra el hacha que lo ha delatado, parece que uno de sus tobillos se ha roto lo cual entorpece su movimiento. Mi mano aún empuña la pistola que Ángel me había dado, la levanto tembloroso y le apunto a la cabeza. El primer disparo le impacta en el hombre derecho, mientras, Ángel me dice que debo relajar la muñeca y respirar hondo. El segundo fue directo a la cara, Natalia empieza a gimotear y a ponerse nerviosa, eso no me ayuda en nada porque tenía al zombi cada vez más cerca. Cuadro la mirilla en el centro de su frente y ¡bingo! en toda la cabeza. Su materia gris  se despatarro por todo el suelo.
-Cabronazo, ya pensaba que no ibas a darle y que tendría que hacerlo yo- me soltó Ángel.
Pasamos la noche en el almacén. Ninguno de los tres pudo dormir debido a los interminables gemidos de los podridos y, de vez en cuando, a alguna explosión. El tiempo no pasa rápido. Ángel no para de contarnos batallitas de cuando había estuvo seis meses en Afganistán, de cómo aquello le cambió la vida, pero nada comparado con lo que acabamos de vivir, todo esto no tiene precedente.

A pocos metros de allí, Jana deambula por las calles de La  Laguna, en cada esquina se encuentra con alguno de los miembros de su nueva familia devorando personas, pero ella desea encontrar personas vivas, cada grito o lamento es una posibilidad menos de encontrarlas. Cómo puedo estar hora caminando sin sentir dolor ni hambre, lo que más me saca de quicio es pensar lo sola que me encuentro, no soy como un zombi pero tampoco humana. Mantengo todos mis sentidos humanos intactos, pero estoy muerta, mi piel me delata. Empieza a amanecer, un nuevo sol alumbra el mundo de los zombis, me siento en mitad de una plaza alargada en la cual se eleva una estatua de la virgen María, donde los primeros rayos de sol la hacen destellar como si fuera celestial. Miro fijamente la escultura y siento que mi alma  empieza  anochecer.

8 comentarios:

  1. Por fin otro capitulo, ya pensaba yo que no estabas... Muy bueno pero corto. Un saludo

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  2. Parece que los lectores somos más voraces que los zombis, jeje.
    "Capiiiiitulos...Capiiiiitulos..."

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  3. eso, eso
    Mas capitulos, me resulta muy interesante saber
    que le sucede a Jana.

    Muy bueno, algo corto.
    Un saludo

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  4. El próximo sera mucho mas largo, prometido.

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  5. oye hermano que bueno esto wey esta buenisimo ya terminalo bro has uno larguisisisimo yo encontre haora el capitulo 11 pero no habia leido los anteriores y como los lei de corrido me encanto y haora me percato de que es poco pero bueno jaja oye que onda con la hermana jana es una muerta viviente no zombi que chingon jaja espero con ansias lo demas y te recomiendo que bueno tu haces las istorias pero cuando las leas oigas el sountrack de 28 weeks later cuando lei lo de la salida del hospital con angel, estaba en el mero apojeo de la cancion hasta me imaginaba como veian ellos las imagenes de las calles muertas que buenisima historia felizitaciones me encanta este genero

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  6. Me alegro de que te encante la historia y recomiendo escuchar música ala par que se lee,se adentra uno mas en la historia.

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  7. Alex,esto se pone muy interesante,una pregunta la novia del protagonista sigue viva???...jajaja bueno supongo que ya lo leere.Nada un abrazo y sigue asi!!!

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  8. Todo llegara ...........jejejeje y gracias por seguir leyendo.

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