Marian atiende al hombre
malherido, mientras que Ángel no le quita ojo , su cara le resulta familiar,
pero no llega a recordar
con claridad quien es. Yo le pregunto a Natalia como dio con él, me cuenta que quedó atrapada en una parte del campamento y se vio
entre los zombis y el desconcierto. Y
con anterioridad, Ángel le dijo que si por
algún extraño caso se separaban, el punto de encuentro sería
el muelle. Le digo que Ángel fue
a buscarla pero no puedo dar con ella,
que todo había sido caótico. Ella me desmenuza la peripecia que tuvo que pasar escondiéndose en
el frigorífico de la cocina del campamento, estaba muerta de miedo y no tenía valentía valor para volver al exterior. Cuando sintió una
garrafal explosión que provenía de fuera,
eso y la imagen de Ángel esperándola le dio el impulso decisivo para
poder salir. A mitad de su huida se topó con un paisaje
desolador y en ruinas, entre ellas dio con aquel viejo que había sobrevivido y se
encontraba a varios metros de donde se había producido la misteriosa explosión.
Le digo a Natalia que todavía no podemos fiarnos de aquel hombre, no me da buenas vibraciones
y hasta que no sepamos más de él lo mantendremos en un camarote encerrado. Me
alejo de Natalia para volver con Marian y juntos descubrir lo que nos deparará el destino.
Entre una montaña de ruinas del
campamento, un minúsculo movimiento alerta a varias ratas que se pelean por un
trozo de comida, cuando una huesuda y quemada mano asoma por la punta del montículo
asustando a las roedores. La mano se estira hacia el cielo como clamando la
piedad divina.
FIN???