Jana examina el destrozo que se ha producido por culpa de un puñado de zombis que debían mantener fija una de las bases, una de las estructuras que sujetan la gigantesca antena se acaba de venir abajo. Camina con tranquilidad, sabiendo que el tiempo está de su parte, no le importa lo que tarden, lo importante es acabarlo. Otro segundo escándalo la alerta, pero esta vez suena distinto al primero, una columna de humo sale del campamento que montan los muertos vivientes y, tras la humareda, surgen dos helicópteros del ejército que empiezan a lanzar granadas que expanden un gas de color verde sobre los zombis, los cuales empiezan a caer a diestro y siniestro. Jana, perpleja durante un segundo, no se cree lo que está viendo, su séquito está cayendo como moscas y ella no puede hacer nada por impedirlo. Un alarido emanado por su garganta hace fijar la atención de uno de los helicópteros sobre ella. El tomahawk planea sobre la monja, una cabeza asoma desde el helicóptero, es un militar con semblante serio y rudo que apunta su fusil y dispara. Jana se ve envuelta en una densa niebla de color verde que no le permite ver nada, algo le golpea la cabeza desde un punto que es infinito, es un dolor insufrible.
El coronel Paulo divisa por una de las minúsculas ventanas del helicóptero, la dantesca escena de cómo van cayendo los zombis por el gaseado, Pic-25, uno de los gases que tanto tiempo llevó desarrollar, a algún ingeniero de genética que trabaja para el gobierno. Un tremendo aullido emitido por una monja zombi fija toda su atención, le da una orden al piloto para que planee sobre la monja y le arrebata a uno de sus soldados el arma con el dispositivo del Pic-25. Con una maestría típica de un hombre forjado en el campo de batalla, lanza el gas directo a la cara de Jana, el proyectil estalla liberando el humo verde. Tras unos segundos de espera para que la cortina de humo formada alrededor de la monja se esfume, el coronel sonríe satisfecho con el resultado que están obteniendo.
– Muchachos, creo que antes de que acabe el día estaremos todos en la base- dice el coronel Paulo al grupo de cuatro soldados que le acompañan.
Uno de los soldados, apresuradamente, señala a la monja y, antes de que pueda decir nada, el coronel Paulo se adelanta a observar lo sucedido.
-¿Qué infiernos….? Se lo traga como si nada- grita apretando los dientes- No puede ser, el zombi vestido de religiosa está en pie.
Jana no muestra ningún síntoma de flaquear, es más, parece como si el Pic-25 le aliviara y se hubiera convertido en otra forma.
No es posible, sé dice a sí misma Jana, ¿Qué me pasa?, ya no tengo el dolor de estar muerta, es más, me siento bien, es como un milagro.