sábado, 8 de febrero de 2014

ZOMBIS EN CANARIAS Capitulo 31

No podía ser, aquella figura con forma femenina parece un chamán sacado      de las películas de los mayas invocando a las tormentas, y lo jodido es que está pasando de verdad. Junto a mí, Ángel y yo empezamos a notar una fina lluvia que cae sobre nuestras cabezas. Marañón tiene la mirada fija en la que parece la Reina de los Zombis, cuando un atronador rayo nos saca  de nuestro desconcierto al caer muy cerca del vehículo. Se ha librado por los pelos, digo en voz alta y el “Azote” continúa su marcha, mientras Marañón ordena a varios de sus mejores tiradores que abatan  a la líder. ¡Es ella, es ella! Grita el teniente, señalándola con su brazo  acusador.       

Las venas de la cabeza de Jana empiezan a ser visibles, y un agobiante sudor frío recorre su cara como si de una cascada se tratase. Un puñado de muertos vivientes se coloca delante de ella para frenar al azote de los muertos, pero tan solo consiguen retrasarlo unos segundos, los suficientes para otro intento. Esta vez, un descomunal relámpago surge del cielo, cayendo de lleno en el azote de los muertos, provocando una monumental explosión.

Cuando el “Azote” está a pocos centímetros de embestir  a la reina de los muertos, una gigantesca luz nos deslumbra; es otro relámpago, pero una extensa nube no deja ver lo que ha podido suceder,  aunque puedo sospecharlo. Los soldados se impacientan para que se esfume toda aquella polvareda, pero continúan en sus posiciones desconcertadas, cuando una ráfaga de viento levanta el nubarrón de polvo. Tan solo se divisan restos del vehículo desperdigados por todos lados y un enorme cráter. En el centro de la explosión se pueden diferenciar extremidades amputadas de los soldados que se encontraban  dentro del vehículo y la chatarra retorcida de lo que fue el orgullo de nuestro ejército. Algunos soldados empiezan a vomitar del asco que les da lo que están presenciando mientras otros corren en su dirección para ver si queda algún superviviente.
Marañón tensa la musculatura de su mandíbula y salta la barrera de seguridad sin previo aviso, impulsado por la rabia. Camina hacia la Reina de los zombis desenfundando su pistola, y se dispone a realizar el primer disparo pero decenas de zombis surgen de la nada y se anteponen a Marañón y su objetivo. Intenta deshacerse de ellos pero son demasiados, varios soldados salen en su apoyo, pero su superioridad numérica es tan descomunal que ni tan si quiera permiten  que los soldados se pueden acercar unos metros. Mis ojos ven, una vez más, como decenas de personas son engullidas por aquellos caníbales, esto nunca va a tener fin. Ángel me zarandea para sacarme de mi consternación, me mira y le digo que no tenemos ninguna posibilidad de salir de esta.

- ¡Tío! piensa en Marian, todo lo que hemos pasado para encontrarla y  buscar un sitio seguro- dice Ángel para darme ánimos.


Tenemos que salir de aquí, me dice Ángel afligido por lo que acabamos de presenciar. Miles de podridos avanzan hacia la entrada empujados unos por otros, la lluvia cae cada vez con más fuerza. Los alambres de espinos que se encuentran a pocos metros de la puerta, atrapan a los primeros en llegar, seccionándoles las extremidades y dejándolos enganchados a la alambrada. La avalancha es tal que los zombis tirados en el suelo sirven de alfombra para los siguientes, son pisados sin ninguna contemplación. No tardarán en tirar el portón abajo, Ángel y yo corremos en busca de Marian y Natalia. Mientras varios soldados centran todo su arsenal sobre los zombis apostados en la entrada, esta  empieza a flaquear por el peso ejercido por miles de cuerpos impulsados por el instinto más primitivo, “el hambre”.  Gaia se deleita observando como devoran al teniente Marañón, mientras su ejército está a punto de echar abajo la única cosa que le separa del triunfo final.

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