Suena el despertador, es la 13:00. Mierda, había quedado con Marian.
Me apresuro a salir de la cama. Mientras me ducho no puedo parar de pensar en lo que había visto en urgencias la noche anterior. Me engaño a mi mismo diciéndome que aquello tenía una explicación lógica, la mujer debía tener la rabia. Me preparo un desayuno acucioso, una buena taza de café y un zumo de naranja. Me encanta mi piso, es un ático con vistas al mar, lo que más me gusta es tomar algo en el balcón, mientras diviso la ciudad de La Laguna e incluso puedo ver Gran Canaria a lo lejos, me siento un privilegiado por vivir en Tenerife. Busco en el armario unos pantalones vaqueros desgastados y una camiseta blanca con un logo en japonés de la famosa película manga, Akira.
Nada mas salir de mi casa, percibo un ambiente de preocupación, la gente se para ante los escaparates de TV encendidos, los bares están llenos de personas y decido adentrarme en uno de ellos. Las noticias de la Primera cadena dan prioridad a una supuesta noticia de pandemia mundial, aparecen imágenes grabadas con móviles de gente huyendo de las ciudades, autopistas colapsadas, fuerzas del orden desbordadas, hospitales llenos de gente infectada, parece que es el fin de mundo. Uno de los camareros cambia de canal, en Telecinco aparece un debate de expertos en epidemias comentado que la culpa es de Rusia o de China, que habían extendido el virus, otros tertulianos indicaban que era fiebre del Nilo o un virus creado en laboratorio y, en el momento más álgido de la discusión, se interrumpe la señal.
El presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, junto a los ministros de sanidad, defensa e interior anuncian que se ha extendido una grave enfermedad y ha alcanzado algunas ciudades de España. Aún no tenían muchos datos sobre ella, saben que se contagia a través de la saliva o la sangre y las personas que lo contraen muestran una agresividad fuera de lo común. Además, realizan un llamamiento a todos los ciudadanos que: si se topan con algún infectado, lo comuniquen a las autoridades próximas, pero resaltan que todo está bajo control. El gobierno pretende trasmitir un mensaje de tranquilad a la sociedad, pero no lo están consiguiendo.
Aquello me hizo reflexionar, tal vez no fuera rabia lo que tenía aquella mujer y fuese la epidemia que tanto hablan por la TV. Pensé que si así fuera, habrían hecho un comunicado al Cabildo de Tenerife, si tienen indicios de que había llegado aquí.
Me fui tranquilamente del bar. Cuando me iba acercando hacia mi coche, un Nissan almera de color gris que dentro de 6 meses terminaría de pagar, una duda me asaltaba: y si realmente esa mujer padecía aquella extraña enfermedad. Me dirijo hacia el hospital universitario, no si antes avisar a Marian de que iba a llegar un poco tarde a nuestra comida. Ella no es para nada la típica chica que te dice a todo: sí amooooor, lo que tú quieras. No, Marian tiene carácter, es un tía que se ha labrado su futuro como ingeniera química, aunque su profesión es farmacéutica, algo que no era nada común en su rama, tal vez fuera la única en toda España. Su físico es de lo más normal: pelo estilo Cleopatra de color castaño, altura 1,64, unos 60 kg de peso y unos ojos azules que me volvían loco, es un poco friki, pero eso me gusta, después de todo siempre me han atraído las tías raras. Agarro mi Iphone4 y marco el número de Marián: